Narrativas de género, y de paso

jueves, 29 de julio de 2010

Clímax


Busquen el celular, talló con la llave en la pared del armario, su escondite. También lo escribió en un papel que tiró dentro del paragüero, y lo garabateó con jabón en el espejo del baño; busquen el celular. Las palabras que develarían la intriga en caso que muriese. Pensó usar “encuentren” en vez de “busquen”, y “mí” en lugar de “el”, pero por razones que no venían al caso había elegido esa formulación, el mandato que los guiaría hasta las fotos del asesino.
Sangraba; inspiró, exhaló, y a la cuenta de tres ajustó el torniquete, contuvo el grito pero no las lágrimas, tenía un tajo en el brazo y otro cruzando la espalda. El dolor era tolerable, temía desangrarse. Era eso o que la descubriera. En poco oiría pasos en la escalera, y en menos lo vería por la hendija caminando el pasillo, crujiendo las tablas, y para cuando quisiera contrarrestar ya sería…La atacó un temblor, miedo, en el pulso, las manos, los dientes castañeando, la espina, la cabeza estallada; inspiró, exhaló. Tenía que defenderse, matarlo con la llave, un golpe de suerte, como el de la pelea en la cocina, un cross a los genitales, o cuando la tacleó en el pasillo y ella le asestó una patada al estómago, el margen para huir y encerrarse en el baño. Antes que hachara la puerta escapó por el ventilete hacia el techo, las tejas dieron el agarre justo. Si cruzaba el jardín era libre, lo sabía, por eso la asaltó antes. Quiso ensartarla, falló, detuvo el segundo con el brazo, de ahí la cortada, y al girar hacia el jardín le cruzó la espalda; lista para faenar. No, la arrojó contra el ventanal, cruzó el vidrio con la cabeza y aterrizó en la sala.
Desde la hendija del armario atestiguó lo que había temido, la sombra en el pasillo. Se aferró a la llave como un náufrago a su balsa, inspiró, exhaló, se imaginó errando el golpe, siendo apuñalada, terror, parálisis. Recordó que en el segundo o tercer cajón de la cómoda guardaban una pistola, saltó del escondite, no lo meditó. Fallaron las piernas, rodó por la alfombra, con el rabillo lo vio junto a la puerta, por qué no atacaba, no pienses, escaló el mueble, abrió el cajón. Camisetas en el segundo, medias en el tercero, revolvió, y mientras lo hacía esperaba morir, que un filo le atravesara el pellejo, mirar en paz, agarrarse la herida y caer. Fin.

5 comentarios:

  1. MUY BUENO!!! creo que hasta sentí el miedo!!

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  2. Gracias, gracias, me sonrojo. Ja

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  3. Hola Esteban, o efa en el mundo digital, al fin encontré tu blog. Me dijeron que estaba muy bueno, espero te acuerdes de mi. Bst y felicitaciones

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