Narrativas de género, y de paso

lunes, 17 de marzo de 2014

La vida son dos días


A esta altura ya debo haber gastado uno, o más, no sé si quiero saberlo. De ese tiempo cuánto pasamos juntos, cuánto estuve adormilado, estas ojeras me lo recuerdan siempre. Y cuánto quise escapar de los lugares comunes.
Casi me caí de los acantilados, perdí mis pasos más veces de las que los encontré, anduve por la arena y por tierra, me subí a piedras cortantes, a troncos muertos y a mujeres que me dieron su anverso. Fumé, me fumaron, aprendí juegos de mesa que ya no practico. Sé que a veces regalé miseria y otras ni siquiera eso.
La vida son dos días, me dijo una española que levantamos en el camino. Como no quise que lo arruinara con más cliché la mandé a callar muy cordial.
Creo que encontré la manera de burlar sus dichos, pero para eso necesito una salamandra para el invierno, mi cuaderno de hojas amarillas con poesía mediocre, y la caja mágica que se abre por sus seis lados que te di cuando volvimos del Sur.