Narrativas de género, y de paso

viernes, 7 de octubre de 2011

Lamparones (de HiStEriEt@ y efa)


Mi gratitud y aplauso cerrado a
por la ilustración, su estro, y sincronía.

Hace varias semanas me sorprendió la correspondencia de una lectora contándome sobre una situación con el marido. Lo primero que se me vino fue que fabulaba, por qué me lo contás, qué tengo que ver, le pregunté por carta. A los días cayó su réplica, no tiene que ver con vos, maldito ombligo del mundo, me pasó a mí. Pensé que si lo hacías cuento tal vez me ayudaba.
No contesté, qué mierda la iba a ayudar.
 *   *   *
La mujer le dice al marido que, mientras ordenaba el cuarto, encontró su remera de entrecasa con una mancha en la panza.
¿Y?
Tiene un color raro.
¿Comida?
No, parece semen.
El marido se incorpora del sillón y enfila hacia el cuarto, al menos no dijo guasca. La mujer, algo ruborizada, lo mira irse.
Aaaaahhhh, ya sé qué es.

Es moco.
Él piensa ¿qué es peor? La mujer piensa la mismo, eso y que en efecto su marido anduvo resfriado. Hace el chiste de llevarle la remera al perro para que huela y dictamine. Sin duda es moco, se pronuncia el marido haciendo la voz del perro.
A la mañana siguiente ella se levanta primero, le gusta la privacidad del baño a esa hora, su marido la encuentra en la cocina un rato después. Se preguntan cómo durmieron y si quiere tostadas.
¿Y ésa otra mancha?

¿Qué es?
Debe ser una polución nocturna. ¿Hice ruidos anoche?
Lo tranquiliza el hecho de no tener control sobre lo que segrega dormido. Por fortuna no lo agarró pajeándose en la ducha, mirando pornografía en red, o sobándose en el sillón, eso hubiera sido fatal.
¿Te hago una con mermelada?
No, me cerraste el estómago.

¡¡Sacate esa remera!!
Zafé, piensa mientras se cambia. Su mujer se cuestiona con qué clase de animal se casó; y que no ocultará más sus pajas mientras él ronca a pierna suelta.
El perro hace lo mismo que ellos pero nadie se lo reprocha.