Narrativas de género, y de paso

viernes, 22 de junio de 2012

by a dear friend
Son como las cinco de la matina y sigo dando vueltas en la cama.
Hacía tiempo que no sentía este miedo, esta soledad.
Cierro los ojos, deseo con fuerzas que me dé un patatús,
una de esas trombosis, un parate en alguna parte del cerebro.
Es eso o dormirme.
Siempre quise estar cuerda pero resulta que estoy un poco loca,
y elegiría un patatús a seguir dando vueltas en la cama.
Bah!
Me pongo los auriculares. Prendo la música en reproducción aleatoria.
Arranca “Dark Blue” de No Doubt. Ni que el aparatito supiera de esto.
Aprieto mucho los ojos y cuando la canción llega al cenit
* Oh maybe I´m supposed to make you feel better… I want to comfort you*,
me encuentro en un gesto de tragedia y el puño cerrado imitando un micrófono.
Una mímica desgarradora y muy teatral pero exquisita.
Me arranco los auriculares.
Quiero dormir sin el Lorazepam que se me acabó.
Necesito ayuda.
Un psicólogo, pero que no me cobre.
Una terapia, pero no un engaño.
Lo mejor sería un maestro o una persona sabia o un abrazo o un amigo.
Sé que hay alguien que reúne todo eso. Lo imagino *y estás lejos.*
¿A qué viene todo esto?
Insomnio.
Las cinco de la mañana. Allá son las nueve, o las diez.
¿Qué día es hoy? Joo- deer!!!
19 de junio. Sos vos.
Y mi regalo:
Hay un lugar en el mundo llamado Shangri-La
Ahí el tiempo ni siquiera es una percepción. No pasa; no cambia; no se envejece.
Apenas se come y no se siente odio. Se puede viajar donde uno quiera sin moverse.
Se respira el oxígeno más puro del orbe.
Se viven los momentos más intensos y las emociones más vivas sin dejar de estar quieto.
Ahí el silencio es un lenguaje, donde las palabras sólo son si son escritas.
Las mejores imágenes se ven con los ojos cerrados y se respira en estado Alpha.
Aunque se rumorea que con algo de trabajo se puede vivir en estado Aleph.
Tengo que investigar cuál es el camino y qué significa eso del tiempo y, Esteban, te prometo que te regalo ese viaje para tu cumpleaños.
Que lo vivas muy feliz! Porque los años no se cumplen.
Se viven.

Gracias!
como un loop interminable

jueves, 7 de junio de 2012

Chicas Calendario (clímax)

Otra esmerada ilustración de la factoría
Un buen día toda esa panacea desapareció, su cuarteto de musas fue descolgado del área del taller y mudado a la oficina del dueño. Preguntó entre sus compañeros qué había pasado, algunos se hicieron los sotas, otros reían a sus espaldas. Dos de los más viejos sí hablaron. ¿Decinos vos qué pasó con las fotos? ¿Qué estuviste haciendo con las chicas? lo cascotearon con la guardia baja. En vez de retrucar o sacarse, eligió la mudez, más bien le salió así. Sin duda el dueño había abierto la boca.
Los días que vinieron fueron incómodos, los compañeros le hacían el vacío o lo gastaban a morir, sin intermedio. El hijo de mil merodeaba cerca de Felipe, era obvio que esperaba una reacción, algo, pero aunque las extrañaba más que a su mamá muerta, cuando se cruzó con el trompa esquivó su mirada, menos como indicativo de vergüenza que de desprecio.
Lo que Felipe hizo luego pudo parecer un acto de revancha, o de justicia callejera. Nada de eso, no toleraba la idea de irse para siempre sin verlas. Esa fue la guía de sus acciones, del recuerdo de ellas sacó el valor para entrar de noche al taller con la llave que había robado del cinto del supervisor, viejo lelo. Conocía tan bien el lugar que no necesitó encender la linterna. Esquivó la fosa, cinco pasos más, giró a la derecha y encontró la escalera, 22 escalones entre Felipe y la oficina. Tenía lista una barreta para descuajeringar la puerta pero no hizo falta. Encendió la luz.
Virginia, la colegiala, gritó desde atrás de un cuadro. Cómo me viste, preguntó Felipe mientras descolgaba el horrendo paisaje costero que escondía tremenda yegua. Te conozco los pasos, tonto. Isabel la madura, camuflada por un fichero, pegó unos alaridos de contenta. Ya va, la tranquilizó Felipe. Dónde están las otr… ¡Paf! ¡Paf! oyó que venía de la gaveta del escritorio.
María y Érica, las del cajón, le contaron que el dueño no era como él, lo único que hacía era mirarlas y meterse el dedo en el culo, así lograba excitarse. ¡No quiero saber más! las cortó… Vine a despedirme, dijo fúnebre.
Pasado el estupor inicial les habló sobre sus recientes vicisitudes y la decisión de irse. Hubo silencio y ojos tristes hasta que Isabel le pidió a Felipe que se retirase porque querían conversar. Pese a las quejas esperó en el pasillo.
Al regreso lo atacaron sin contemplación, Virginia le fue al pito, Isabel y María se entretuvieron con el cuello y las tetillas, y Érica trató de entrarle por el culo. Perdón, es la costumbre, sacó los dedos antes que Felipe la sopapeara.
Además de una orgía fue un acto de ensañamiento con el lugar. Dejó sus eyaculaciones sobre unos papeles del escritorio, el sillón chorreado después de reventarle el culo a Virginia, la alfombra de pelo largo con manchones y gotas, incluso el fichero, donde ejecutó una toma especial agarrado de los pezones de María.
Qué hablaron cuando estaba en el pasillo, curioseó Felipe. No podemos ir con vos ¿sabés? respondió Virginia arreglándose las trenzas pero todavía en concha. Silencio. Felipe alternó miradas interrogativas con sus chicas. Tomá, dijo Érica la mecánica al tiempo que sacaba algo del mameluco rotoso. Para que nos recuerdes, agregó Isabel.
Eran ellas pero en pequeño, cuatro almanaques de bolsillo, todos con poses distintas y disfraces nuevos. Es el mejor regalo, alcanzó a decir entre pucheros. Si prolongaba la despedida corría el riesgo de cogerlas de nuevo, y no había tiempo, o quizás sí había pero Felipe sintió la urgencia de irse. Se exprimió para que sus palabras finales quedaran indelebles.
Al mal paso darle prisa…Creo.
Las musas hablaron todas a la vez, algo de que lo querían, mezclado con palabras soeces, un ruego que casi lo convence de volver, y la promesa. El dueño iba a limpiar toda su leche con la lengua, era eso, o un puño dentro de su viejo culo roto.

Por la idea disparadora mi agradecimiento a tecontaretodo
Y a Carla por la continuidad de sus dibujos