Narrativas de género, y de paso

sábado, 28 de enero de 2012

El Permitido (un desliz de HiStEriEt@ y efa)

Para http://masqueunacabra.blogspot.com/ 
alias Carla, por los talentos,
por el fervor de su dibujo.
Desde que publiqué “Lamparones”, la historia de la lectora que me mandaba cartas contándome sus problemas maritales, el episodio de la remera manchada de semen; no dejan de llegar consultas. Como si pudiera hacer algo, como si me importara.
Algunas son tan elementales que no merecen mención, eso no significa que no las conteste, siempre diligente. Otras son menos inquietudes o asuntos a resolver que lisa y llana pornografía. Invitaciones a eventos sexuales; desde chacras nudistas, pasando por turismo gay, hasta juegos del rol sado. Toda una fauna depravada que no pide mucho, sólo un gesto amigo.
Y una última clase… la carta convocante es una pieza del desastre.
*   *   *
Suena el teléfono, es un compañero de trabajo de los buenos, le parece raro el tono circunspecto.
¿Pasó algo en la oficina?
No, es tu mujer.
Mientras miraba fotos de minas en bolas se cruzó con un sitio amateur llamado “bebotas”, cientos de polaroid caseras, y en la solapa MILF (traducción, madres que me quisiera coger), dos instantáneas de la esposa de su compañero, en la primera chupando, y en la segunda mostrando las tetas de frente, tomada desde el ángulo del tipo con ella montándolo, y una expresión vergonzante.
¿Vos las sacaste?
¡¿Me estás jodiendo?!
Corta y sale disparado hacia la compu, su hijo y ella regresarán de natación en poco menos de quince, es su turno de cocinar, al diablo.
No puede ser… es ella, habla solo delante del monitor. Inmóvil, shock, no siente, es todo ojos, su bienamada chupando con esmero. Por el color del pelo, la cara aniñada y las tetas sin amamantar, deduce que son previas al casamiento. ¿Cuánto antes? Él la conoció con ese look.
La familiar mueca de su esposa en la segunda toma es prueba unívoca de que no están trucadas, se la están cogiendo bien, piensa. Ahora sí siente la estocada, duele, de adentro hacia afuera. Qué van a decir de él, cornudo, cómo podés aguantarlo, ¿te pidió perdón? Si ella oyera sus pensamientos odiaría estar casada con alguien tan egoísta, qué van a decir de mí, imbécil. Vos no quedás como una puttana, yo sí.
El hijo viene con una nadería que sucedió en natación, suficiente para evitar la confrontación cuando cruza el umbral. ¿Qué pasa que no huelo pizza? al tiempo que lo besa en la mejilla. Él, estático. ¿Y la pizza? repite el nene.
Para justificar su talante osco durante la cena, explica que tuvo un día trágico en el trabajo e igual dolor de cabeza. No sólo funciona para ustedes, se da ánimo mientras mastica la fugazzeta.
Espera que el niño acabe de una vez con el flan y lo premia con tele en la habitación de ellos, y cerrá la puerta. Oye el portazo. Qué pasa, empieza ella. No te hagas el misterioso.
No hizo a tiempo de imprimirlas, sino ya estarían arriba de la mesa, y su esposa… inyectada, si fuese hentai le estallarían los ojos al verse así retratada.
Hay dos fotos tuyas en la web.
¿Facebook?
No, una página porno. Estás chupando… y cogiendo.

A ver, mostrame.
Qué clase de reacción es “mostrame”. No hay máscara de horror ni brote psicótico, sólo un desafío, a ver. No piensa hacer el acting de levantarse de la mesa e ir por la compu. Le da odio verla tan sobradora, le aclara que no es un chiste sino lo peor que pudo haber hecho. Ella insiste con ver la evidencia.
Decime la verdad, ¿nunca te sacaste fotos garchando?
Su esposa odia que se refieran a garchar, lo hace para picarla. Sabe que acusó el golpe porque lo mira vidriosa. Él ataca preguntando si perdió la curiosidad. Desacertado.
Sale rauda de la cocina.
¡¡Apurate antes que la suban a facebook!!
Más desacertado.
Debería ir tras ella. Oye los ruidos de encendido de la compu. Se para, camina hasta la alacena y saca la lata de café, todo con una cadencia impostada.
Imagina que de un momento a otro su mujer gritará ¡hijo de puta!, en alusión al amante indiscreto. No ocurre, silencio, pasos, pasos cerca, más cerca, siguen de largo, silencio, y portazo. Presume que se encerró en la habitación del niño.
Esa noche los varones duermen juntos.
¿Qué le pasa a mamá?

No sé, ¿vemos tele?
*   *   *
Qué clase de final era ese, ni siquiera imploraba mi consultoría. Qué pasó la mañana siguiente, mirá que si cometiste una locura te mando en cana. Eso, entre otras advertencias, contesté a su primera carta. También le dejé un consejo.
Reconozco que hasta que me respondió anduve ojeando los noticieros por si acaso. Según su último relato las cosas andan bien, hablaron, ella le contó su parte de la verdad, él no emitió juicios de valor, ni agregados egoístas, le dijo que ninguna foto escabrosa podía menguar su corazón por ella, y que estaría a su lado para sobrellevar el trance; los abogados, y hasta lo imposible con tal de censurar las imágenes.
Cuando se mortifica, o los demonios vienen por él, se esconde en un lugar seguro de su cabeza, y toma nota de las infamias que emprenderá con el crédito a favor.