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foto inédita del suceso. |
Abrió la puerta de entrada y disparó dos veces a la noche. Su voz se sobrepuso al eco de las descargas. Con eso debería alcanzar, dijo. Era la segunda vez que unos vándalos, aprovechando la falta de luz en el barrio, querían entrarnos. La primera los ahuyentó la bestia del vecino, y no porque él fuera bestial, sino por su perro, entrenado para repeler intrusos pero amigo de Amanda y mío. La segunda fue la nona, odiaba ese apelativo, decía que era despectivo y la hacía ver más vieja.
Ya iban 23 días a oscuras, sin agua, con poco. Para colmo los tres generadores que trajeron los del municipio estaban rotos, o dejaron de funcionar en menos de una hora. Fui cada mañana, mientras ella cuidaba la casa, a buscar agua a una canilla seis cuadras adentro. Ninguna de las veces que caminé el barrio pude quitarme la sensación de incredulidad y amargura, lo que había sido pintoresco ahora era… pensé una palabra que describiera el desastre.
Final, exclamé.
Si me escuchara la abuela ya me hubiese sacudido un coscorrón, ella repetía que había que agradecer la suerte en gracia, al menos la casa había aguantado, algo maltrecha pero pavadas en comparación con la cantidad de postes y árboles caídos sobre otras viviendas.
Nunca cuestioné los métodos para educarme o sus conductas ante la vida, pero esa mañana, cuando regresé con los bidones llenos, le pregunté por la carabina, desde cuándo la tenía, de quién era, y si no había pensado que yo podía encontrarla y matarme sin querer. No crié un tarado, respondió seria. Sin mediar más me convidó un mate. Era increíble la rapidez con que podía cambiar de un gesto adusto a una manera de abuela, sobre todo cuando mateábamos. Medio a regañadientes refirió que la carabina había venido con ella desde Santiago, hasta anoche nunca la había usado en el barrio, quise saber si no tenía miedo de que le explotara en la cara. Ella explicó que no, si se la engrasaba y se conocían sus mañas, entonces no, al tiempo que apretaba un pan para comprobar su vejez.
Pasó un vendedor ambulante con queso y salame, más un poco de fideos recalentados hizo de cena bajo las velas. Raro, la abuela no había tomado vino, y más raro que yo no me diera cuenta durante la comida, habíamos charlado sobre el vecino y su perro, lo iba a dejar suelto para que protegiera las dos casas, también me contó que Claudia vendía unas garrafas bien baratas y que mañana debía ir a la principal por los víveres. Estaba tensa, en realidad el tenso era yo, no quería reconocerlo pero me aterraba la oscuridad, corrección, lo que escondía, a los vándalos del barrio La piadosa.
En vez de contar ovejas repetí “mientras el perro no ladre estamos bien”, una y cien veces, Amanda estaba abajo vigilando desde la mecedora, eso sin duda me tranquilizaba, salvo cuando imaginaba alternativas del estilo “elige tu propia aventura”, si decides lanzarte sobre ellos aprovechando que están en la escalera ve a la página…si prefieres quedarte en la cama y que tu abuela se encargue de ellos entonces escóndete en la página…
¡Vino la luz! gritó Amanda. Corrí hasta el interruptor, qué alegría. Pocos segundos después oí las exclamaciones de los vecinos, el perro ladraba, todos los perros de la cuadra hacían lo mismo.
Con la electricidad se fue el miedo, obvio. No sé la abuela pero yo me había acostumbrado a vivir así, a ocuparnos de esto; ahora, con el tema resuelto volvía lo de antes; las agachadas, algún reemplazo, y de nuevo las changas. Amanda me sacó los pensamientos con un coscorrón, Claudia y los chicos están bailando en la calle…Vamos, mañana va a ser distinto.
La acompañé escaleras abajo.
¿Les ibas a disparar?
Claro.
Evidentemente, la edad no es un factor numérico ni cantidad de tiempo vivido, es una cuestion de actitud! Me causó muchísima muchísima gracia la alusión a "elige tu propia aventura". Besos. M.
ResponderEliminarQué bien retratas el alma de la abuela. me hizo acordar a un personaje memorable de los cuentos de Gabriel García Márquez: La Cándida Erendira y su abuela desalmada. UN abrazo. Carlos
ResponderEliminar...“mientras el perro no ladre estamos bien"... Genial! es casi como contar los segundos que hay entre trueno y trueno. Cosas que nos da el miedo.
ResponderEliminarMe encantó el relato! Me encantó mal!
(menos mal que no me metí en ésta)
Bs efa! Tq.
Me quedé pensando... (todo un logro, ja!) La famosa frase "Y se hizo la luz" siempre alude a algo positivo y en tu texto, más bien percibo una desilusión. Comparto esa sensanción de volver a lo esencial cada vez que se corta la luz, y más de una vez ese famoso "aaahh" de alivio de los vecinos, marca para mí el fin de una aventura o de un momento misterioso. En fin, me metiste adentro de la historia =)
ResponderEliminarMis saludos!
Chan! muy bueno efa, es un placer encontrar uno de tus relatos colgados, perdón que no sea muy (para nada) analítica, yo leo... (que es como decir "yo, argentina...") por suerte están los que saben (que me sacan las papas del fuego!)
ResponderEliminarestoy muy susurrera hoy, perdón!! es que la tengo con que es domingo
Un beso efa y buen finde!!
Naturalmente que habría disparado :D ¡y acertado además!
ResponderEliminarUn beso
salvo algún que otro detalle, me describiste a mi abuela. Increíble...
ResponderEliminaray, la de arriba soy yo entré logueada con otra cuenta, pero la abuela es la misma.
ResponderEliminarme gusta como narras cada parte de la historia,me hiciste recordar a una amiga de mi madre, escribes genial Efa. Un Abrazo.
ResponderEliminarLos cuentos, incluso aquellos que despiertan tragedias cercanas, no se politizan. Ese es el mérito de tu obra. Abrazo
ResponderEliminarSiempre admiré a la gente resuelta y de coraje. Antes había más gente así, de alguna manera eran tiempos más civilizados, con menos grises.
ResponderEliminarHermoso relato.
Un gran abrazo
Hola efa volviste a tus cuentos con "nostalgia"
ResponderEliminarde familia.
Una leona la abuela Amanda, me encanta
carina2012
Muy bueno, che. Me gusta la cantidad de detalles... la abuela que no toma vino (para estar más atenta y no dormirse, completo yo), y esas cosas. Y las más cotidianas, el cambio de tema entre mate y mate... esas.
ResponderEliminarSaludos
Tu manera de narrar la haces tan amena que imagino a la abuela, sobretodo ese sendo coscorrón je.
ResponderEliminarTe felicito
Hola Efa,
ResponderEliminarMe gustan los relatos cuando se añaden esa pizca de enredos entre los personajes y las situaciones de estos, transforman al relato en realista cobrando vida y sentido literario. Asido fantástico leerte. Enhorabuena!
Un beso!
Pienso como Alma: ¡Amanda no habría fallado!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el relato, Efa: está escrito con una soltura envidiable y "clavas" los personajes en un espacio muy corto. Rezuma vida.
Tu texto respira humanidad. Me pasó igual que
ResponderEliminara Xibeliuus, los personajes aparecen clavados, la abuela se te viene encima quieras o no.
muy bueno
Diego
No solo humana, tu narrativa es principalmente
ResponderEliminaremotiva.
Volver, siempre volver. Besos!!
Se siente como una mujer extraordinaria.
ResponderEliminarEl relato, por otra parte siempre está cargado de esa mezcla entre realidad y ficción. Me encanta.
Abrazo.
Abuelas como las de este relato valen la pena en la vida real.
ResponderEliminarSaludos
J.
Lástima, me quedé con ganas de algunos disparos.
ResponderEliminarque bien que se leen tus historias
De antología, ese personaje de la abuela es simplemente de antología. Pero no sólo eso, este relato me parece tan... no sé que adjetivo utilizar que no parezca manido o trillado y no esté a la altura del relato.
ResponderEliminarUtilizaré un sustantivo pero con mayúsculas, ESCRITOR.
Saludos, me quito el sombrero que me lo había puesto especialmente para la ocasión.
Me ennganchó desde el principio hasta el final Efa. Las abuelitas así dan ternura jajajajaja.Millllllllll besitos y mil disculpas por tardar tanto en entrar pero mi vida es como una noria,todo el día dando vueltas de aquí para allá y mi tiempo ya...no lo tengo.Compro horasssssssssssss jajajjajajajjjaja.Milllll besitossssssss
ResponderEliminarsabes? pensé por mas de 20 años, dejé de pensar! hace tanto...precioso trabajo,intrigante!
ResponderEliminargracias
un abrazo
lidia-la escriba
blog actualizado...te invito!
Me dejé llevar y me encontré con un relato con una abuela que siempre para mí es un plus que suma. Me gustan las abuelas, por lo general son sabias.
ResponderEliminarY me alegré con la venida de la luz. Me recuerda a esa alegría que sentía y sigo sintiendo cuando uno vuelve de la oscuridad…en todos los sentidos.
Lindo momento. Gracias.
Paso a darte mil besitos porque tú relato ya lo había leído, pero te agradezco tus visitas al mio mientras yo estaba ocupada en otros lares!!!:):(:(
ResponderEliminarRecién entro y descubro un relato vivo.Que buena palabra tenes!!
ResponderEliminarRegresaré.
Encantador final!!!
ResponderEliminarde verdad como para poner un cielo de estrellas
como me gustan esta clase de finales
y la cita de la abuela, re bien.
Saludos!
Hola, buen blog y que tengas buen inicio de semana, te invito de manera cordial a que visites el Blog de Boris Estebitan y leas un poema mio titulado ”Diluvio Eterno”, es un poema triste pero al mismo tiempo profundo, saludos.
ResponderEliminarExcelente relato, atrapante y bien llevado. Con la calidad de siempre. Después de una larga ausencia por problemas de salud, vuelvo a disfrutar de tu talento y a dejarte mi abrazo de siempre.
ResponderEliminarViva las mujeres de verdad!(y no está cosita pequeñita que soy yo).
ResponderEliminarSi deseas un abrazo ve a la página....
Si prefieres un beso....
me re copan las abuelas con huevos carajo!
EliminarSaludos querido Efa
La mujer forjada para la supervivencia, y situaciones que nos pueden tocar muy de cerca.
ResponderEliminarExcelente la descripción de la abuela.
Abrazo!!