Once menos veinte de la noche, bajé del auto con mi novia, anduvimos una decena de pasos y nos asaltaron.
El chorro vino de atrás, se puso a la grupa esgrimiendo una pistola y dijo, perdieron. Creo que ojeando al cielo gris contesté, me estás jodiendo, menos al ladrón que a mi puto dios.
Sin dejar de bambolear el fierro ordenó que le diésemos todo, celulares, plata y oro, codició la gargantilla del cuello de mi novia.
Vacié los bolsillos, cincuenta pesos y cambio, manoteó eso y lo guardó en un bolso negro de mano, dale flaquita, la apuró. De la cartera salieron treinta pesos más, no te hagás el vivo que te mato, ¡los teléfonos! Odié dárselo sólo por la agenda, el aparato había salido bastante malo, lo propio hizo ella.
Hasta ahí un robo más, faltaba la gargantilla pero eso sería todo, a lo sumo las llaves del auto, que iluso. Dónde viven, y me acercó la pistola al pecho, más que miedo a morir fue terror a que invadiese mi bastión, el aguante.
Finalmente, y porque no se me ocurrió una mentira salvadora o tuve los huevos para forcejear por el arma, le confesé que era el noveno piso de las torres de la vuelta. En el camino repitió que habíamos perdido, y agregó, para sugestionarnos, que nos habían vendido.
Ella caminaba con la cabeza gacha, en actitud mansa, pero más vi tranquilidad, y eso me ayudó a distraer la angustia, que volvió ni bien cruzamos la primera valla, la puerta de acceso al edificio.
Cuatro torres en menos de cien metros, dos de la vereda impar y dos de la par, cuatro departamentos por piso, diez pisos, a razón de tres habitantes por unidad da unas ciento veinte personas por torre, por cuatro, cuatrocientos ochenta vecinos, pero nadie, ni uno sólo vio la marcha al patíbulo.
Abrí las rejas del ascensor, ella entró bien, yo recibí un culatazo en la nuca, fuerte, de los que dejan chichón, pero lo exageré, al punto de caer arrodillado tomándome la cabeza, mi novia dio un grito que se ahogó ni bien sintió el arma en la mejilla, casi me lanzo, pero la estrechez del ascensor me disuadió, no tenía vía de escape, y de seguro alguien acabaría baleado.
En el trayecto silencioso hasta el noveno, salvo por unos gimoteos, lo miré, a riesgo de otro culatazo. Flaco, malcarado, enjuto desde los pómulos hasta el mentón, la piel cuarteada, labiudo, ojos de chino y rulos negros, rondaba los treinta, usaba una campera inflada sin mangas y no estaba puesto.
Bajé la vista a la altura del séptimo, imaginé la secuencia, cagado a palos porque en casa no había nada de valor, un raid por los cajeros en mi auto, secuestrados por rescate; y no seguí porque el ascensor paró.
Ni una palabra, no quiero bardo, nos advirtió antes de pisar el pasillo, pasó mi novia, yo y el chorro, olvidé la segunda reja entreabierta y comenzó a sonar, es la alarma del ascensor, hablé mientras me apuraba a cerrarla. Entre ida y vuelta fueron ocho pasos, no los conté porque hacía años conocía ese dato, lo justo para idear algo.
El ruido de las llaves en la mano me calmó el pulso, pasé junto a él sin mirarlo y me detuve en la cerradura. Abrí con la izquierda, con la derecha tenía tomada de la cintura a mi novia, la empujé una, dos veces y pasó. Yo pisé la alfombra del living y lo hice. Un giro frenético para cerrarle la puerta en la jeta.
¡¡No cierra!! desesperé, y se superpuso con el aullido del ladrón que tenía los dedos atrapados entre el marco y el filo. Temí que un tiro atravesara la madera, me puse de espalda y me lancé con todo, setenta kilos de poder en un portazo, y otro, y el último impacto le rebanó tres dedos; creo que mientras aventaba la puerta gritaba ¡hijo de puta! o quizás sólo lo pensé.
Cerró, de mi lado quedó un trío de falanges manchando la alfombra, del suyo la urgencia de rajar disimulando el reguero, pero eso no lo vi, luego me contaron que rompió el ventanal de la entrada dándole culatazos y huyó en un auto de apoyo.
Cuando me interrogaron acerca de la sangre en el pasillo contesté que le había roto la mano de un portazo, de seguro provenía de ahí, y me excusé alegando que debía cuidar a mi novia.
Ella no sabe lo de los dedos, estaba en el balcón gritando ayuda, porque de saberlo no hubiese permitido que los escondiera en el freezer, detrás de las cubeteras.
Soñé que los enhebraba en un collar, pero quedaba corto. La próxima vendrán las orejas.
¡Vaya por ellos!
ResponderEliminarMuy atractivo el límite entre la realidad y la ficción.
Muy bueno y atrapante el relato. ¡Aunque debo admitir que el tema de los dedos me ha dado mucha impresión!
ResponderEliminarBesos
Nina
antes que nada voy a vomitar....ajjjj...
ResponderEliminaracabo de almorzar y la carne con pure de calabaza se me revuelven en las tripas, por dios!
uffff...a pesar de todo te felicito por dos cosas: excelente relato, me lo crei a morir...
y si fue cierto (eras de buenos aires,creo?), bueno, si fue cierto, que por aqui Si puede ser cierto en cualquier momento, te felicito por los huevos,joder!!!!
nuevamente la nausea, lo siento...
No soy partidaria de la violencia en ningún sentido, de la autodefensa, no queda más remedio. Qué tristeza este mundo donde impera la ley de la selva...
ResponderEliminarEspléndido relato, EFA. Tus textos tienen las capacidad de atrapar sin aliento a quien se acerca a ellos.
Un abrazo.
ja!! muy bueno!
ResponderEliminaryo le corté(aunque no llegé a arrancarlo)de la misma manera, el dedo, a mi hermano! Lo mio fué sin dolo! lo juro!
Qué pedazo de huevos el protagonista!!
ResponderEliminarA mi me impactó el título, che. Es cierto?
Como siempre me sorprendes en alguna parte del relato con un 'algo' que no veo venir... me dió impresión lo de los dedos jajaja como me gusta leerte!! me sacas de mi realidad de mierda por un rato super entretenido =)
ResponderEliminarBesos Efa!!! :)
efa, lo terminé de leer porque no podía parar y porque el relato es tuyo, pero eso de los dedos es para cerrar los ojos y gritar.
ResponderEliminarExcelente!
Beso.
Efa, qué final más bueno!!!!! Sí, ok, un tanto gore....pero me ha encantado.
ResponderEliminarEn diciembre me quitaron la cartera y esa noche soñé que llevaba en el bolso una trampa para ratones..pero con cuchillas....lo malo es que se me hubiera manchado el bolso....jajaja!.
Besos sin violencia,
Nuda
Ay, qué actitud más tribal la suya!
ResponderEliminarAhora me sentí tocada ante tu "basurita en el ojo" y te sigo. Y yo que prometí no seguir a nadie después de una mala experiencia pasada, jaja! ¿Ah, no? ¿No es lo mismo?
Abrazo!
Meu Deus... fiquei com a respiração suspensa até o fim do conto...
ResponderEliminarQue maravilha!
Muy buen suspenso Efa,
ResponderEliminarBesos,
Sabri Piris
A riesgo del sutil límite entre la valentía o la estupidez, me quedé desde el primer momento con la primera opción.
ResponderEliminarEspero el relato de cuerpo presente.
Que más puedo agregar que mil abrazos de compañía...
Mis disculpas a los que dejaron comentarios pero Blogger se los fumó. Dicen que volveran
ResponderEliminarPsst! Igual, quedan en mi memoria.
Salud!
picadillo para el gato hacé con esos dedos de mie...
ResponderEliminartu imaginación está bastante ligada a la triste realidad!! qué lamentable, no??
buen finde...y gracias por estar cerquita.
kisses
la ley de la compensación parece existir, el mismo blogger que se llevó los comentarios, hoy te deja un premio. te invito a que pases por mi blog a recogerlo y a seguir multiplicando primaveras.
ResponderEliminarbeso.
desnuda-mente-humana
otro regalo para vos, si pasás a buscarlo por mi blog
ResponderEliminarsaludos
Me encantó! Para mi lo de los dedos le dio mucho jugo XD
ResponderEliminarEn verdad crei que estabas contando algo real hasta que leí lo del collar jajaja !
Me estare paseando por aqui!
eh... si hubieras hecho un ladrón sin cara curtida y sin rulos morochos, el relato me hubiera encantado... como el ladrón era "morochón" entonces tan sólo me gustó. beso
ResponderEliminarMagui, cuando lo escribí supe que daba para el estereotipo, y en cualquier otra historia no hubiese caido.
ResponderEliminarPero ésta responde al título, historia verdadera.
Salud!
Eso quiere decir que tenés en serio los dedos del ladrón en tu freezer? Sale nro de psiquiatra de onda!
ResponderEliminarDe repente me vi leyendo pegada al monitor...y como siempre el final sorprendió...
ResponderEliminarAhora, leyendo los comentarios me da un poco de impresión...te quedaste con souvenir en serio del episodio??
(M)
Que pasó con los comentarios? Alguien se puso Depravado con Matinee? jajajaj
ResponderEliminarNo importa si fue verdad aunq me lo creí
Abrazo
hace tiempo que no me enganchaba con algo...hoy sí...gracias por la experiencia
ResponderEliminarmmm es dificil agregar algo a la historia.
ResponderEliminarSuerte que no pasó lo peor :)
Besos
carina
Creo que es fiel exponente de Matinée, y sanseacabó jaja
ResponderEliminarLa próxima vendrán las orejas...
ResponderEliminarMe imaginé todo efa, bien relatado como de costumbre ;)
las orejas, la nariz, los brazos... en fin picadillo y con los dedos se podía haber echo un anillo :)
ResponderEliminarcomo siempre, genial y sobretodo, original :)
un beso enorme gran escritor ;)
hacelos empanada!
ResponderEliminarel relato me parecio genial. excelentemente escrito.
ResponderEliminarsi es verdad, según lo que decis a magui, me impacto entonces el final... esperando ir por mas...
uno se defiende a veces como puede.
pero vengarse...no, no?
y disfrutar, menos...
un placer leerte, hace mucho no pasaba.
saludos