No me siento bien. Temo estar incubando alguna clase de virus estacional, tal vez sea un alimento que le pareció indigesto a mi estómago.
Asoma el martilleo de una migraña. Acaso si voy al baño pueda excretar, pues juraría que esta dolencia, aciago padecer, es de carácter digestivo.
El dibujo de la tabla se estampa entre las nalgas pero nada, ni con arcadas. Me veo compelido a descartar cuestiones gástricas. Repto hasta la silla del comedor. Inhalo, exhalo, me facilito unas bocanadas limpias, y no desesperar en vano.
Tengo fiebre; seguro que rebaso los treinta y nueve. Me atacan escalofríos y flojedad en los huesos. Urgido abro el botiquín, escarbo entre la farmacología en busca del ocioso termómetro. También giro la canilla de agua fría y obstruyo el desagote de la bañera. Verifico el tiempo; en tres minutos podré espeluznarme con el indicador de mercurio trepando hasta los cuarenta, la bañadera estará a punto para sumergirme.
El falaz termómetro no mide incremento para suponer delirios. En vez, fresco y lozano como lechuga. Treinta y cinco, no puede ser, tal vez esté roto.
Cavilo sobre el piso de cerámica de la cocina, espero no pescarme una neumonía pues sería fatal. Enfoco las hornallas.
Si pretendo telefonear a emergencias médicas debo exhibir síntomas además de este soliloquio sin asidero científico ni empírica evidencia. Quisiera conversar con alguien sobre este quebranto.
Abro el gas, arrimo el fósforo a la hornalla, fuego azul. Ahora acerco el termómetro…Cientos de minúsculos cristales estallan a velocidad feroz. En efecto, tanto andaba el maldito que en el fervor de las llamas encontró su ebullición. Los fragmentos se apuñalan a mi cara.
Lloro frente al espejo. En los pómulos conviven vidrios a profundidad subcutánea. Tengo la frente cruzada por canales y desde el labio hasta el mentón corretean vestigios de mercurio, o será que pierdo graduación tonal y veo gris.
Me desinfecto, extirpo las esquirlas, mas alguna, tan ínfima como letal, se escurrirá hasta la corriente sanguínea y de ahí al corazón ¿Cuánto tardará mi organismo en reconocer al invasor y matarme de un síncope?
De la manera y con los medios que poseo suturo las heridas; cuando se agote el hilo dental me pegaré gasas y papel higiénico.
En quince finalizo el procedimiento quirúrgico. Estoy exhausto. Haberme cosido la cara sin anestésico fue lo más sufrido que me tocó desde que un anzuelo me rasgó el muslo. Rezo porque los antisépticos surtan su remedio. Debería echarme un rato.
Planeo en paralelo al edificio, no, caída libre. Los pisos bajan frenéticos 9, 8, 7. Voy directo al gris. Las ráfagas me arrancan el pijama, estallan mis órbitas oculares. Tengo tiempo para última expresión de deseo. ¡Infarto! Arrebátame presuroso.
Estoy erguido, sudoroso, con migraña, ardor, hinchado, y esta vez; verdaderamente febril. Corro, el espejo devuelve lo imposible. De lo que debieran ser lastimaduras en proceso de curación; estallan géiser de pus y gusanos ámbar. Grito, los rastreros pretenden llegar a la cavernosidad de mis orejas para desovar. Pego un alarido, otras larvas enfilan hacia la nariz. Deambulo horripilado, me choco con la lámpara y las sillas, arranco las criaturas, su inmundicia, las extermino a pisotones, en la desesperación también desgarro mi piel. Disco emergencias; llama. Siento un hormigueo; una voraz brigada de orugas se desliza hasta el auricular, y no miento si juro que también salen del teléfono, me buscan los orificios, supuran de todos lados.
Espero que la vecindad descubra el deceso antes que la pestilencia me delate.
mierda!
ResponderEliminarestaba esperando que la última oración contaras que al fin te pudiste despertar...
Imaginarme las escenas a ésta hora, fue toda una experiencia que favorece mi dieta :D
Guauu, Efa..qué relato! Lo hacés de manera increíble: desde el título hasta la última oración de tu texto..
ResponderEliminarSensaciones muy bien descriptas, haces que el lector viva las cosas contigo.
Te mando un saludo desde Argentina..
el relator se vuelve oscuro je! y la combinacion de suspenso y terror, muy recomendable!
ResponderEliminarbst EFA
me quedé pensando... una vez sentí eso mismo. no era un virus "estacional" era "emocional"
ResponderEliminarbesos
Excelente. Sobre todo para una enferma del cine de terror y apocalíptico como yo.
ResponderEliminarEso si, usted y yo tenemos una charla pendiente (como le dejé dicho en mi blog, debajo de su comentario)
creo que alguien quiere apoderarse de su cuerpo!
ResponderEliminaresas sensaciones son de resistencia y ud. haría cualquier cosa porque no lo logre!
cada cuánto se psicoanaliza ud?? jajajaaa
kissesss efa
metamorfosis !!!!
ResponderEliminarMuy bueno efa!
ResponderEliminarSalutes!
"este soliloquio sin asidero científico ni empírica evidencia". Me gustó el texto
no me dejas mucho para la critica salvo q los hombres son hipocondriacos.
ResponderEliminarAsquerosamente bueno!!
ResponderEliminarsolo faltaba que cuando llamaras a emergencias te atienda una voz esqueletica y espeluznante al son de: *Tales from the Crypt*
clap clap clap!
ya lo dijo tuky, es un mal de amores... ese que te carcome como gusano, al que le buscás la veta medicinal, pero no la hay. ese que te postra en la cama y te hace delirar. Ese que no querés ver, hasta que te está consumiendo.
ResponderEliminarQuizás, de no haber estado solo, los gusanos no hubieran aparacido.
Creo, que a usted le falta un/a compañero/a que pueda llamar a emergencias, cuando se sienta como el orto.
o tal vez sólo sea un artificio, una esmerada ficción.
ResponderEliminarO parte del proceso de negación je
Siempre oportuna Mariann
Bs
tanto penar por descubrir un síntoma y detenerse en pequeñeces como coserse la cara cuando la intoxicación por mercurio lo llevaba directo a un ala especial de cualquier clínica o el pasillo de un hospital público, pero bueh.
ResponderEliminarMaravilloso delirio.
siempre pensé q los finales tienen q dejar algo distinto, fuera de lo esperado, no imaginaba ese desenlace! Bienvenido
ResponderEliminarno me gusta llegar tarde a las opiniones je!
ResponderEliminartampoco me esperaba el final, aunque de vos no espero adivinarte :)
Cierre con broche de oro! El problema de esos gusanoides es que no matan al instante, se instalan en lo más profundo de la materia gris haciendo de las suyas de vez en vez.
ResponderEliminarq asquito che jajaja, otra narrativa impecable EFA BSS
ResponderEliminarY todo se resumía en una gripe jaja. Disfrute mucho el relato, al igual que todas las cosas que escribís.
ResponderEliminarBesotes Efa =)
Wow! Me encantó.
ResponderEliminarpesadillas
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